miércoles, 9 de marzo de 2011

Cómo perdió el hombre las "espinas" del pene durante la evolución

De acuerdo con los resultados de las últimas investigaciones, nosotros los humanos, compartimos el 96% de nuestro mapa genético con animales como los chimpancés, no obstante somos muy distintos, es decir unas diferencias abismales de los distintos órganos...Aquí, podemos hacer la siguiente pregunta: ¿Por qué el pene del hombre carece de espinas, como el de los animales, tales como: chimpancés, macacos o ratones?.   
imagen: MCLEAN ET ALL.
 [Imágenes de embriones en los que se varias características reguladas por fragmentos de ADN ausentes en el ser humano]
Una nueva investigación realizada por científicos estadounidenses indica que la pérdida de ciertos fragmentos de ADN durante la evolución puede ser la razón de que, por ejemplo, los hombres carezcan de «huesecillo» en el pene, las espinas de queratina que caracterizan a muchos otros mamíferos, desde los macacos a los ratones, pero que en nuestra especie se queda en una mera fantasía sexual e incluso en obsesiones eróticas. De igual forma, ese silencio genético podría explicar que determinadas regiones del cerebro humano sean mucho más grandes que las de los primates o que no dispongamos de bigotes sensoriales, como los felinos, para descubrir el mundo.
Para llegar a estas conclusiones, que aparecen publicadas en la revista «Nature», los investigadores: David Kingsley, Cory Y. Mclean y sus demás colegas del Instituto Médico Howard Hughes y de la Universidad de Stanford en California escanearon a conciencia el genoma humano y lo compararon con los de varias especies. El equipo, dirigido por el investigador Gill Bejerano, encontró 510 secuencias genéticas que están presentes en los chimpancés y en otros animales, pero que, «sorprendentemente, no estan en nuestro ADN», explicó David Kingsley, otro de los autores del estudio. Un análisis computacional ayudó a los científicos a identificar las funciones de estos genes, casi todos reguladores, es decir, que influyen en sus genes vecinos, y observaron que están relacionadas con la señalización del receptor de hormonas esteroides como la testosterona y con el desarrollo neuronal en el cerebro. Curiosamente, «la mayoría de esta regiones también han desaparecido del genoma del Neandertal, lo que indica que la supresión tuvo lugar hace más de 500.000 años», afirmó el científico.
 Mayor duración de la cópula en nuestra especie
"La morfología simplificada del pene suele asociarse con estrategias reproductivas monógamas en los primates", escriben los investigadores. "La supresión de las espinas disminuye la sensibilidad táctil e incrementa la duración de la introducción, lo que indica que su pérdida en el linaje humano puede relacionarse con la mayor duración de la cópula en nuestra especie, respecto a los chimpancés". Esto encaja con una serie de cambios adaptativos, incluida la "feminización" de los dientes caninos de los machos, el tamaño moderado de los testículos con baja movilidad de los espermatozoides y la ovulación no manifiesta en las hembras con glándulas mamarias permanentemente aumentadas, "lo que sugiere que en nuestros ancestros evolucionaron numerosas características morfológicas asociadas con la formación de parejas y con el incremento de los cuidados de las crías", añaden McLean y sus colegas.
Una de las secuencias desaparecidas está normalmente unida a la expresión del receptor de andrógenos en los bigotes sensoriales y en los genitales. El andrógeno es una hormona sexual responsable del crecimiento de estos bigotes o vibrisas, y de la formación del hueso en los penes de muchos mamíferos. La pérdida de estas estructuras disminuye la sensibilidad táctil de los seres humanos -carecemos de pelillos para detectar las corrientes de aire o percibir las distancias de los obstáculos en la oscuridad-, y elimina la espina en el pene, pero, a cambio, aumenta la duración de las relaciones sexuales en comparación con los animales y, es de suponer, también permite que éstas sean más agradables.
Otra secuencia silenciada podría contribuir a una expansión de la producción neural en humanos y, por añadidura, a un cerebro más grande. Los resultados pueden haber pavimentado el camino a la pareja monógama y la formación de una estructura social compleja, necesaria para criar a los relativamente indefensos niños humanos.
"Los humanos nos diferenciamos de otros animales en muchos aspectos de la anatomía, la fisiología y el comportamiento, sin embargo la base genotípica de la mayoría de los rasgos específicamente humanos siguen siendo desconocidos", afirman los científicos.  Por esta razón ellos piensan que todavía quedan muchas otras supresiones específicas de los humanos por investigar y que, además de la cuestión evolutiva, sus hallazgos pueden ayudar a descubrir importantes diferencias fisiológicas que expliquen por qué los humanos son vulnerables a enfermedades como la artritis, el cáncer, la malaria, el sida, el parkinson o el alzheimer.
(fuentes: ABC.es, ElPais.com, ElMundo.es

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